Receta fácil, pero fácil, fácil. Tan fácil que casi ni se le puede llamar receta, pero muy lucida. Como aperitivo, acompañamiento…
Sólo necesitáis:
Queso parmesano
Palitos de brocheta
Opcional: orégano
Lo primero de todo es mojar los palitos de brocheta para que no se quemen cuando los metamos en el horno.
Ralla el queso parmesano. Si te gusta el orégano, puedes añadirle al queso ya rallado 1 ó 2 cucharaditas.
Coloca papel vegetal en la bandeja del horno y ve colocando montones de queso rallado. A continuación coloca un palito sobre cada montón y tapa la parte que ha quedado sobre el montón con un poco más de queso, de forma que al fundirse quede sujeto a la piruleta.
Calienta el horno a 180º, introduce las piruletas y hornea hasta que estén doradas y crujientes, unos 5 minutos. Estad atentos, ya que si se queman, el queso amarga mucho.
El verano se ha acabado. No vamos a negar que nos da un poco de pena. Pero la nueva estación trae consigo muchas cosas buenas. Una de ellas son los colores; las tonalidades que se ven en la naturaleza son únicas y no podemos disfrutarlas en ningún otro momento del año. Naranjas, ocres, amarillos, rojizos… Las hojas que caen, castañas, ramas, calabazas. ¿Por qué no utilizarlos para vestir nuestra mesa?
Con muy poco podemos conseguir que cualquier mesa se convierta en un cálido y acogedor pedacito de otoño.
Un sencillo y vistoso centro de mesa: unas peras, unos frutos secos y unas cuantas hojas, más sencillo imposible.
Si eliges una vajilla en estos tonos otoñales, ya está casi todo hecho.
Sencillez: blanco y espigas.
Unas ramas con los colores del otoño.
Unas hojas bajo una vajillas transparente. Muy sencillo y muy vistoso.
La cocina es el espacio de la casa donde probablemente pasamos más tiempo. Por eso es importante sentirnos a gusto en ella. Más allá de su tamaño o su distribución, hay detalles que nos ayudan a conseguirlo. En esta ocasión nos referimos a las plantas. Un par de macetas, unas aromáticas, unos tallos en tarros de cristal… solo hay que limpiar las hojas de vez en cuando (ya sabemos que el humo y la grasa tienden a acumularse en ellas), pero el resultado merece la pena. Y si no mirad estas cocinas, todas con plantas.
Todos sabemos lo caro que resulta llenar el carro de la compra. Si a eso le añadimos las prisas o la falta de tiempo, el resultado suele ser un gasto innecesario y muy superior al que tendríamos si siguiésemos unas sencillas pautas. Eso sí, todos los días, no valen los buenos propósitos que luego se quedan en nada. Si convertimos estos consejos en una rutina, enseguida notaremos el ahorro. Seguro que vosotros tenéis vuestros truquillos, pero nosotros queremos proponeros estos, esperamos que os sean de utilidad:
1. Elabora menús semanales. De esta manera se consigue ahorrar bastante, ya que nos ceñimos a los ingredientes de cada plato y no se desperdicia comida. Merece la pena dedicar un rato a esta tarea, además de dinero ahorras en tiempo, al tener planificados todos los platos de la semana.
2. La famosa lista de la compra, es más importante de lo que parece. Una vez decididos los menús, anota los ingredientes en la lista. Repasa la despensa, el frigorífico, asegúrate de lo que tienes y lo que te falta y anótalo.
3. Establece un presupuesto semanal, es la única forma de evitar comprar por comprar, y centrarse en lo necesario.
4. Atentos a las ofertas y promociones: revisa siempre la fecha de caducidad. Muchas veces estos productos están a punto de caducar.
5. Para evitar tentaciones, intenta ir a la compra sin hambre. Todos sabemos lo que pasa cuando estamos hambrientos, comemos con los ojos y seguramente acabaremos cogiendo productos que en realidad no necesitamos. Otra cosa es darse un capricho de vez en cuando…
6. Marcas blancas. Muchas de ellas son de calidad y su precio suele ser muy competitivo.
7. En el caso de productos frescos, como carnes, pescado, verduras… pregunta al tendero si tienes oportunidad, él te puede aconsejar sobre calidad, ofertas, etc.
8. Revisa siempre el ticket de compra y analízalo en casa. Podrás comprobar cuáles son los artículos más caros y decidir si puedes reducir algún gasto.
Así se llama es esa pared de la cocina que se extiende sobre el fregadero y la placa para cocinar. Esta parte de la cocina sufre bastante: agua, manchas, salpicones de aceite, humo… Además, está muy a la vista: imposible disimularla. Lo que sí se puede hacer, y de forma bastante sencilla y económica, es renovarla, pero eso sí, es importante elegir los materiales adecuados. Queremos enseñaros esta cocina, en la que se han probado 4 tipos de revestimientos diferentes. Ya sabéis, para gustos, los colores:
En la primera de las opciones, se ha utilizado un tablero de contrachapado perforado con acabado en melamina blanca: queda muy decorativo, y además te servirá para colgar con ganchos los utensilios de cocina.
En este caso, se ha revestido el salpicadero conplacas de DM cortadas y pintadas de blanco. Al pegarlas en la pared, dan la sensaciónde ser ladrillos.
Esta opción es parecida, aunque la madera se ha empleado de forma distinta: se ha revestido la pared de listones de madera de diferentes texturas y tonos, colocados en vertical. En este caso es fundamental barnizar la madera con un barniz resistente a la humedad.
Esta última posibilidad es la que más opciones ofrece (estampados de todo tipo) y quizá también la más limpia. En este caso, se ha utilizado para revestir la pared un mantel de vinilo de estilo retro. Pégalo con cinta de doble cara; y para recortarlo, primero forra la zona con papel de estraza y recórtalo para hacer un patrón. Pasa la silueta al vinilo y córtalo con cúter o tijeras.
Soluciones fáciles, y muy económicas. ¿Con cuál te quedas?